El Tarot, en su conjunto, no deja de ser una fuente inagotable de sorpresas, de conocimiento y auto-reconocimiento de uno mismo. En su dimensión personal, tanto quien interpreta como quien recibe la lectura, son sujetos que, sin lugar a dudas se enriquecen y desarrollan valores como la empatía, la fe, la esperanza, el valor del sacrificio, etc.
Muchas veces el Tarot, por otra parte, permite ver aquellas cosas que seguramente, tanto en lo personal como en nuestra interacción con otras personas, nos han pasado desapercibidas. Podemos saber que personas, por ejemplo, son las que verdaderamente merecen la pena de nuestro entorno, o su disposición hacia nosotros. Todo ello provoca una verdadera eclosión de valores interpersonales y fortalecimiento de la amistad. Por otra parte, también permite ver quienes están cerca de nosotros por mero interés, lo cual nos previene y a buen seguro, nos evitará dolor y sufrimiento en un futuro más o menos inmediato.
Además, en cuestiones sentimentales ocurre lo mismo. Gracias al Tarot podemos ver no solo la vinculación que tiene nuestra pareja con nosotros, también, incluso, el daño que podemos estar haciendo a otras personas que nos aman, sin nosotros darnos cuenta con nuestras actitudes o nuestro temperamento. El Tarot se convierte, quizá, en estas situaciones en un aldabonazo para nuestra consciencia y nuestra mente. Es un elemento que nos invita a pensar, a reflexionar y medir nuestras acciones en relación con las personas que nos rodean y con nosotros mismos.
El Tarot nos ayuda a tener más empatía y autoestima
Los dos puntos anteriores, tanto en cuanto a la relación que tenemos con los demás, como en un contexto amoroso y sentimental, sin lugar a dudas el Tarot nos empuja a desarrollar el valor de la empatía hacia los demás y el medio que nos rodea, proyectando, al final del proceso una energía positiva, un aura intensa y luminosa que los demás son capaces de sentir.
En cuanto a un contexto personal, el principal valor que puede aportarnos el Tarot, uno más de muchos, pero quizá el más importante, es el de la autoestima. Existen gran número de personas que por unas u otras razones no se quieren, no se aprecian y no se valoran lo suficiente. El Tarot es muy revelador al respecto y las cartas jamás se equivocan, aunque lo neguemos públicamente, los Arcanos, la mayoría de las veces no admiten discusión a este respecto.
En este caso el papel de la tarotista es fundamental. En ella recae la misión de realizar lecturas y métodos especiales que ayuden a profundizar en la consciencia y la mente de quien está sumida en este estado y ayudarle. Es un valor innato a la mayoría de las tarotistas, ayudar para mejorar y mejorar ayudando, solo así quien pone su fe y su don al servicio de otras personas mediante la interpretación de las cartas, puede crecer como persona y como profesional.
El Tarot en estos casos se antoja como vehículo hacia el interior de uno, un método capaz de analizar nuestras circunstancias y también capas profundas de nuestra mente y nuestro subconsciente, los Arcanos son validos para ello. Es esencial que trasmitamos y hagamos ver el problema que existe, hacer ver y sentir que para poder amar y cuidar a los seres más queridos tenemos primero que querernos y cuidarnos a nosotros mismos. En este tipo de situaciones la lectura tiene que hacerse desde los aspectos positivos del problema y el método o los pasos para la superación de dicho trauma o dicha afección psíquica.